Me perfilo ante la existencia
como un reloj inverso.
Voy dibujando mis pasos,
reconociendo principio y fin,
desanudando el telar de la vida,
estación de acopio
donde acomodo el lastre;
ires y venires,
olas y arenas,
descargando miradas,
como si fueran peces.
Los días se vuelven escabel
que conduce hacia un futuro
absolutamente incierto;
los ocasos, escalones,
que me acercan lentamente
y que anuncian mi nombre,
mientras, los cerros, quietos,
despiden el paso de la tarde,
con su olor a polvo eterno.
Me contenta la evidencia
de lo que fui y de lo que soy,
y de que el tiempo futuro
guardará lo que hoy escribo
con la piel de mis labios.
Luego, la espiral sin fin
que alimenta a las almas
se asirá a mis manos,
para vaciarme al fluir;
el fallecer de lo caduco
será nido de invierno
para nuevas golondrinas;
será
cuando mi alpiste eleve vuelo,
quizá en el viento
o con las aves.
Norma Duch Roveri
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